Quiero que la gente rusa, que se considera una de las más buenas en el mundo, sepa que en España hay una autonomía, donde vive una gente tan parecida a nosotros. Esta autonomía se llama Galicia.
A la gente gallega le gusta ayudar a los otros, especialmente a los niños. Hay algunas asociaciones que ayudan a los niños rusos y africanos.
"Ledicia cativa”, que se traduce del gallego como "una alegría pequeña” es la asociación, constituida sin ánimo de lucro, cuya principal actividad, consiste en la acogida temporal de menores afectados por la radiación de Chernóbyl, procedentes de orfanatos, familias tuteladas o de extrema pobreza, de las diversas regiones de la Federación Rusa; en familias de la Comunidad Autónoma de Galicia.
Cado año a Galicia vienen alrededor de cuarenta niños de la zona de la radiación en Rusia. Los menores viven en unas familias españolas durante dos meses: julio y agosto. Todos los niños son acogidos por las mismas familias españolas hasta cumplir 18 años.
Pero lo que he contado es la parte formal; lo que contaré después son las impresiones, observaciones de nuestro viaje grande. Yo era la monitora de los niños y soy testigo de vista de los detalles de su vida.
En el primer lugar es el encuentro en el aeropuerto de Moscú Domodédovo. Los niños tenían que llegar a Moscú de Novozýbkov, la ciudad, donde vive la mayoría de los menores, son siete horas en tren- estaban muy cansados. Algunas horas después, cuando estábamos ya en el avión, los niños se hicieron más alegres. Durante nuestro vuelo me contaban, como pasaban el tiempo en España, y en ese momento oí por la primera vez, que los niños llamaban a las familias españolas "mi madre española”, "mi padre español”. Pensé que las familias eran amigos para los niños, no eran madre o padre.
El primer momento sentimental era cuando habíamos llegado a Santiago de Compostela. Después de 6 horas del vuelo era incomprensible, cómo los niños tenían todavía una energía para moverse por el aeropuerto. Sin embargo, cuando vi detrás de la puerta en la sala de la espera la muchedumbre enorme de las personas que reían y lloraban por la felicidad, que agitaban las manos y que trataban de discernir a través de la hendidura entre las puertas a su hijo, comprendí, por qué los niños tenían tanta energía. Son los padres españoles que los cargan de su energía. En la anticipación del encuentro los niños, que ya no llegaban por primera vez en seguida se alentaron. Los novatos en cambio estaban tímidos , pensando en qué padres se apropiarían de ellos.
Cuando fue posible ir a encontrar a los padres, los niños echaron a correr y a buscar a sus familias. ¡Vi unos abrazos!
Era agradable ver que los españoles habían llegado a encontrar a los niños rusos en familias enteras: los papás, las mamás, los abuelos, los hermanos.... Cada uno besaba por turno a su hijo en las dos mejillas (la tradición española). Los españoles preguntaban algo a los niños, los menores respondían a los padres ¡en puro español! Sin embargo los que habían llegado por primera vez, no sabían la lengua. Después de que cada familia había encontrado a su hijo, todos se fueron a sus casas.
Yo debía llamar cada día a los niños, llegados por primera vez y preguntar, cóomo estaban. En la primera semana ellos estaban superando el choque psicológico: el de llegar a un país desconocido a las personas desconocidas, que hablan una lengua desconocida, – esto es muy dificil. Cuando el niño me respondía por el teléfono, todo lo que oía era: "¡Recógeme de aquí! ¡Quiero ir adonde la mamá! ¡Quiero ir a mi casa!" Yo los tranquilizaba, les decía unas buenas palabras, que los ayudaban a ellos a estar más seguros.
Sin embargo, dos semanas después los niños me respondían que todo estaba bien. Dos idiomas: su idioma natal y aquel que se les hablaba alrededor – estas lenguas se habían mezclado en sus cabezas, y no comprendían que me respondían en español a mi pregunta en ruso. Los españoles regalan a los niños tanto amor que los niños ya en tres semanas no quieren volver a Rusia.
En dos meses los niños engordan una media de 3 kilos, en algunos casos hasta 12 y 13 kilos.
El crecimiento medio es de 2,5 cm., por cada programa, y hubo casos excepcionales de 6 y 7 centímetros en tan solo dos meses, sin olvidar que son niños y que en su estancia hacen una vida y se alimentan igual que los nuestros.
Al cabo de dos meses en el aeropuerto me encontraba con los menores otra vez. Estaban bonitos, contentos y bronceados. El peso de sus maletas enormes repletas de las nuevas ropas para el verano y el invierno, los regalos a los padres, superaba la norma establecida.
Mientras que esperábamos el aviso al registro del vuelo, todos estaban alegres, sin embargo una tensión se sentía. Es difícil describir el momento, cuando llegó el tiempo de despedirse. Unos abrazos, lágrimas... La alegría pequeña , que regalan los gallegos a los niños rusos, es la posibilidad no sólo de descansar dos meses, tener tratamiento de los médicos europeos, respirar el aire fresco y comer una comida sana, sino también la oportunidad de tener hermanos, hermanas, otros padres. Una niña durante el regreso en el avión me mostraba la fotografía con su "hermana española". Saber que alguien te necesita es una alegría real.